Yendo a la casa de Damián
17 Abr 2007 Deja un comentario
en Música
El Cuarteto de Nos – Uruguay
Arte Metafórico
15 Abr 2007 1 comentario
en Cuentos
Hechizo
09 Abr 2007 Deja un comentario
en Cuentos
Confieso que de esto yo no me daba cuenta porque él fuera de su casa se comportaba normalmente, y cuando nos encontrábamos en ella los temas de nuestras conversaciones me absorbían lo suficiente como para no prestar atención a las imperceptibles rarezas de mi amigo. Tampoco soy muy observador, y la discreción de mi amigo casi era superada por la mía propia.
Algún tiempo después, él se negó a comer en su casa, a que ella le lavara la ropa y a que lo tocara o le tocara algunas de sus pertenencias. Ella, su madre, me dijo confidencialmente, bajo implícito juramento de no revelar nada, era bruja y quería matarlo por alguna perentoria razón.
No sin cierta alarma escuché tal revelación, temiendo, ya que no por la vida de mi amigo, sí por su salud mental. Agregó posibles pruebas de llamadas telefónicas, olores extraños, pociones mágicas, vinagres, frases desacostumbradas, la decadente situación económica de la familia y su mala suerte constante.
Agnóstico y racionalista, no creo que a las infortunadas casualidades puedan llamársele brujería. Además, su madre, si es que no me simpatizaba, al menos no me daba ninguna razón para desconfiar de ella. Creía que ella, una mujer normal, tal vez demasiado complaciente, lo trataba razonablemente bien.
La posterior noticia de su desaparición no me asombró mucho, ya que decidí que mi amigo se había ido debido a sus temores y a su inequívoca insania. Su destino me preocupaba porque en su estado podía sucederle algo malo –si es que no le había sucedido ya-.
Lo encontré, finalmente, en mi propio jardín; me aseguró que su batracia vida no era tan mala.
Todo era cierto. Ahora era un sapo.
Mariela Torres